La disponibilidad de vacunas seguras y eficaces contra covid a menos de un año del inicio de la pandemia marcó un hito en los tres siglos de historia de la vacunación: comenzaba, aparentemente, una era de protección contra las enfermedades infecciosas.

Sin embargo, una reacción generalizada contra las intervenciones del estado en la salud pública permitió que el presidente electo Donald Trump nombrara a Robert F. Kennedy, el más conocido activista antivacunas del país como máximo responsable del área de Salud.

Ahora, expertos afirman que una confluencia de factores podría causar el resurgimiento de epidemias mortales de enfermedades como el sarampión, la tos ferina y la meningitis, o incluso de polio.

 “La cantidad de cosas que empezarán a desmoronarse es abrumadora”, dijo James Hodge, experto en derecho de salud pública en el Colegio de Derecho Sandra Day O’Connor de la Universidad Estatal de Arizona. “Vamos a experimentar un cambio crítico en la legislación y las políticas sobre vacunas”.

“Estas políticas harán que América vuelva a enfermarse”, afirmó Lawrence Gostin, profesor de derecho de la salud pública en la Universidad de Georgetown.

Los legisladores estatales que cuestionan la seguridad de las vacunas están preparados para presentar proyectos de ley que debiliten los requisitos de vacunación para ir a la escuela, o los eliminen por completo, señaló Northe Saunders, quien monitorea la legislación relacionada con vacunas para la SAFE Communities Coalition.

Incluso los estados que mantengan los requisitos que hoy existen podrán ser afectados por las decisiones que tome un Congreso controlado por los republicanos, Kennedy y el ex miembro de la Cámara Dave Weldon, en caso de que sean confirmados para dirigir el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), respectivamente.

Ambos —Kennedy como activista, Weldon como médico y congresista desde 1995 hasta 2009, y protagonista de documentales antivacunas desde entonces— han respaldado teorías ya desacreditadas que culpan a las vacunas del autismo y otras enfermedades crónicas. Los dos han acusado a los CDC de ocultar las pruebas que confirmarían sus postulados, a pesar de las docenas de estudios científicos de prestigio que demuestran lo contrario.

El equipo de Kennedy no respondió a los pedidos de comentarios o entrevistas.

En noviembre, Robert F. Kennedy Jr. declaró a NPR: “No vamos a quitarle las vacunas a nadie”.

Todavía no está claro hasta qué punto el nuevo gobierno buscaría desalentar la vacunación, pero si los niveles de inmunización caen bastante, las enfermedades y muertes prevenibles por vacunas podrían dispararse.

“Es una fantasía pensar que podemos reducir las tasas de vacunación y la inmunidad colectiva en Estados Unidos sin sufrir la reaparición de estas enfermedades”, dijo Gregory Poland, co-director de la Atria Academy of Science & Medicine. “Uno de cada 3,000 niños que desarrolla sarampión va a morir. No hay tratamiento para evitarlo. Van a morir”.

En noviembre de 2019, una epidemia de sarampión causó la muerte de 80 niños en Samoa. En esa oportunidad, Kennedy escribió al primer ministro de ese país afirmando falsamente que la vacuna contra el sarampión probablemente estaba causando esas muertes.

Scott Gottlieb, que fue el primer comisionado de la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) bajo la administración Trump, declaró en CNBC el 29 de noviembre que Kennedy “va a costar vidas en este país” si sabotea la vacunación.

La nominación de Kennedy valida y consagra la desconfianza pública en los programas de salud del gobierno, asegura Paul Offit, director del Centro de Educación sobre Vacunas del Hospital Infantil de Philadelphia.

“La idea de que se considere para ocupar un puesto tan importante hace que la gente piense que sabe de lo que habla”, dijo Offit. “Y él apela a generar desconfianza, a la idea de que ‘hay cosas que no ves, datos que no presentan, que yo voy a averiguar para que realmente puedas tomar una decisión informada’”.

Qué quieren los grupos antivacunas

Hodge ha elaborado una lista de 20 acciones que la administración podría llevar a cabo para debilitar los programas nacionales de vacunación, desde difundir información errónea hasta retrasar las aprobaciones de la FDA sobre vacunas. O retirar el apoyo del Departamento de Justicia a las leyes de vacunación que buscan impugnar grupos como Children’s Health Defense, que Kennedy fundó y dirigió antes de postularse para la presidencia.

Kennedy podría eliminar el Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización de los CDC, cuyas recomendaciones sobre el uso de una vacuna determinan si el gobierno la financia a través del programa Vacunas para Niños, que se creó hace 30 años y ofrece inmunizaciones gratuitas a más de la mitad de los niños del país.

Otra opción es que Kennedy coloque en el comité a aliados suyos que se oponen a nuevas vacunas y, al menos en teoría, retire las recomendaciones para vacunas como la triple viral (sarampión, paperas y rubéola), que se usa desde hace 53 años y cuya anulación es uno de los principales objetivos del movimiento antivacunas.

Mientras tanto, siempre hay amenazas de enfermedades infecciosas. Pero en lugar de prepararse para enfrentarlas, como haría una administración entrante común, Kennedy ha amenazado con reestructurar las agencias federales de salud. En una conferencia de Children’s Health Defense en noviembre, en Georgia, declaró que, cuando asuma el cargo, les dará “un respiro a las enfermedades infecciosas” para ocuparse de las afecciones crónicas.

El virus H5N1, o gripe aviar, podría estallar y convertirse en una nueva pandemia. No solo se ha propagado entre el ganado sino que ha infectado por lo menos a 55 personas. El dengue, que se transmite por mosquitos, es otra de las enfermedades que aumenta en el país.

Las enfermedades tradicionales de la infancia también están manifestándose con mayor frecuencia, en parte debido a la baja en la vacunación. Este año hubieron 16 brotes de sarampión —el 89% de los casos en personas no vacunadas— y la epidemia de tos ferina fue la peor desde 2012.

“Así es como estamos empezando”, dijo Peter Hotez, pediatra y virólogo del Baylor College of Medicine. “Y a esta situación se suma el nombramiento a la cabeza del HHS de uno de los activistas antivacunas más contundente y visible, lo que me provoca mucha preocupación”.

Los precios de las acciones de las compañías farmacéuticas con grandes portfolios de vacunas se han desplomado desde la designación de Kennedy. Incluso antes de la victoria de Trump, la escasez de vacunas y el escepticismo habían hecho caer la demanda de las más nuevas, como las vacunas contra el Virus Respiratorio Sincitial (VSR) y el herpes zóster de GSK.

Kennedy tiene varias maneras para retrasar o directamente detener el lanzamiento de nuevas vacunas. También para reducir las ventas de vacunas existentes. Por ejemplo, puede exigir estudios adicionales después que las vacunas ya están en el mercado o difundir estudios que sugieren posibles riesgos de seguridad, aunque esa afirmación sea errónea o no esté comprobada.

Kennedy, quien ha apoyado teorías conspirativas como que el VIH no causa el sida y que los pesticidas provocan disforia de género, declaró a NPR que existen “enormes déficits” en la investigación sobre la seguridad de las vacunas. “Nos aseguraremos de que esos estudios científicos se realicen y de que las personas puedan tomar decisiones informadas”, dijo.

El nombramiento de Kennedy “es un mal pronóstico para el desarrollo de nuevas vacunas y la aplicación de las que están actualmente disponibles”, dijo Stanley Plotkin, quien desarrolló la vacuna contra la rubéola en la década de 1960 y ahora es consultor de la industria de vacunas. “El desarrollo de vacunas requiere millones de dólares. A menos que haya perspectivas de obtener beneficios, las empresas comerciales no van a interesarse en invertir en esas investigaciones”, reflexionó.

Los defensores de las vacunas, que disponen de menos recursos que los grupos antivacunas, mucho mejor financiados, consideran que será muy difícil la batalla para defender la necesidad de la inmunización en los tribunales, las legislaturas y la opinión  pública. Las personas rara vez valoran la ausencia de una enfermedad erradicada, lo que dificulta promover las vacunas, incluso cuando son altamente efectivas.

Una situación muy grave

“Para mucha gente, RFK Jr. era motivo de burla, pero él está absolutamente decidido, habla totalmente en serio”, afirmó Ernst. “Tiene mucho poder, dinero y una vasta red de padres antivacunas que aparecerán en cualquier momento”. Nada similar ha ocurrido en los grupos a favor de las vacunas, dijo Ernst.

El 22 de octubre pasado, cuando una junta sanitaria de Idaho votó a favor de dejar de suministrar vacunas contra covid en seis condados, no había defensores de las vacunas en la reunión. “Ni siquiera sabíamos que esa discusión estaba en el orden del día”, aseguró Ernst. “La movilización por nuestra parte siempre está más retrasada. Pero no me rindo”, concluyó.

Este giro multifacético e impredecible ha sido desconcertante para Walter Orenstein, quien como jefe de la división de inmunización de los CDC entre 1988 y 2004 convenció a los estados de que endurecieran los requisitos de vacunación escolares para luchar contra los brotes de sarampión.

“La gente no entiende el concepto de protección comunitaria y, si lo entiende, no parece importarle”, afirmó Orenstein. Como epidemiólogo de los CDC en la India, Orenstein fue testigo de algunos de los últimos casos de viruela en la década de 1970. También atendió con frecuencia a niños con meningitis causada por la bacteria H. influenzae tipo B, una enfermedad que ha desaparecido casi totalmente gracias a una vacuna introducida en 1987.

“Yo era muy ingenuo”, dijo. “Pensaba que la vacunación contra covid consolidaría la aceptación de las vacunas, pero sucedió todo lo contrario”.

Los legisladores que se oponen a las vacunas podrían presentar leyes para eliminar los requisitos de acceso a la escuela en casi todos los estados, explicó Saunders.

En Texas se ha presentado un proyecto de ley de estas características, donde lo que se conoce como el movimiento de elección de vacunas ha estado creciendo desde 2015 y se intensificó durante la pandemia, fusionándose con los grupos de defensa de los derechos de los padres y grupos antigubernamentales opuestos a medidas como las vacunas obligatorias y el uso de máscaras.

“El genio ya está fuera de la botella y no se puede volver a meter”, dijo Rekha Lakshmanan, directora de estrategia de Immunization Partnership en Texas. “Se ha convertido en un problema con muchos ángulos con el que tenemos que lidiar”, agregó.

En el último año escolar completo, más de 100.000 alumnos de las escuelas públicas de Texas fueron eximidos de aplicarse una o más vacunas, dijo Lakshmanan, y se cree que muchos de los 600.000 niños en el estado que reciben su educación en sus casas tampoco están vacunados.

Los planes del presidente electo Donald Trump, que se propone eliminar las protecciones del servicio civil de los trabajadores federales, podrían ser la mayor amenaza para las políticas de vacunación existentes. Una decisión de ese tipo pondría en peligro a los empleados de las agencias federales de salud cuyo trabajo diario es prepararse para luchar contra las enfermedades y epidemias.

“Si se desmantela el aparato administrativo del estado el impacto en la salud pública será a largo plazo y grave”, dijo Dorit Reiss, profesora de la Facultad de Derecho Hastings de la Universidad de California.

El multimillonario Elon Musk, una persona con gran influencia sobre el presidente electo, planea recortes de gastos que también se consideran una amenaza.

“Dañar las funciones más importantes de la FDA, es como matar a la gallina de los huevos de oro, tanto para nuestra salud como para la economía”, afirmó Jesse Goodman, director del Center on Medical Product Access, Safety and Stewardship de la Universidad de Georgetown y ex director científico de la FDA.

“Sería exactamente lo contrario de lo que Kennedy dice que quiere, que son productos médicos seguros. Si en la agencia carecemos de científicos y clínicos calificados e independientes, el riesgo de que los estadounidenses tengan alimentos y medicamentos inseguros se incrementa.”

Los brotes de enfermedades prevenibles con vacunas podrían ser alarmantes, pero ¿serían suficientes para impulsar de nuevo las tasas de  vacunación? Ernst, de Voices for Vaccines, no está convencido.

“Ya estamos teniendo brotes. Tendrían que pasar años antes de que murieran suficientes niños como para que la gente dijera: ‘Supongo que el sarampión es algo realmente peligroso’”, afirmó. “La muerte de un niño no será suficiente. La historia que contarán será: ‘A ese niño le pasaba algo. A mi hijo no le puede pasar’”.





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