Durante la práctica de porristas en abril, Karter, la hija de Jana Duey que cursa el sexto grado, sufrió una conmoción cerebral cuando cayó de cabeza desde varios pies de altura sobre una colchoneta en el gimnasio. Días después, la joven aún tenía dolor de cabeza, mareos y sensibilidad a la luz y al ruido.

Karter descansó una semana y media en su casa en Centennial, Colorado, y luego regresó a la escuela cuando sus síntomas de conmoción fueron tolerables; al principio, solo iba medio día y con un calendario adaptado que le permitía hacer tareas en papel en lugar de en la computadora, y tomarse más tiempo para ir de una clase a otra.

Según Duey, Karter iba a la enfermería cuando tenía dolor de cabeza. También comenzó fisioterapia para rehabilitar su cuello y recuperar el equilibrio después del accidente, ya que sentía inestabilidad al caminar.

Después que los niños sufren conmociones cerebrales, una de las mayores preocupaciones para ellos y sus padres o cuidadores es cuándo pueden volver a hacer deportes, dijo Julie Wilson, doctora de Karter y codirectora del Programa de Conmociones en el Children’s Hospital Colorado, en Aurora.

Volver a la escuela lo antes posible, con el apoyo adecuado, y hacer ejercicio ligero que no implique riesgo de golpearse la cabeza son pasos importantes para la recuperación luego de una conmoción, según las investigaciones más recientes.

“Es muy importante que los niños y adolescentes vuelvan a sus actividades diarias habituales tan pronto como sea posible y tan pronto como puedan tolerarlas”, afirmó Wilson.

En agosto, el Departamento de Educación de Colorado actualizó sus directrices para desmentir mitos comunes sobre las conmociones, como la necesidad de pérdida de consciencia para diagnosticar una conmoción.

Las nuevas directrices reflejan las mejores prácticas basadas en evidencia sobre cómo el regreso a la escuela y al ejercicio puede mejorar la recuperación. Según expertos médicos, educar a las familias y escuelas sobre estas nuevas pautas es esencial, especialmente durante el aumento de conmociones en otoño debido a deportes como el fútbol americano y el fútbol.

Más de 2 millones de niños a nivel nacional han sido diagnosticados alguna vez con una conmoción o lesión cerebral, según la Encuesta Nacional de Entrevistas de Salud de 2022.

Numerosos estudios de la última década han demostrado que los adolescentes se recuperan más rápido de las conmociones y disminuyen el riesgo de síntomas prolongados al hacer ejercicio ligero, como en una bicicleta estática o con una caminata rápida, dos días después de la conmoción. Ese mismo período también puede ser el momento ideal para regresar al aula, siempre que los niños puedan tolerar los síntomas restantes de la conmoción.

“Aunque el cerebro no es un músculo, actúa como uno y tiene un fenómeno de úsalo o piérdelo”, comentó Christina Master, pediatra y especialista en medicina deportiva y lesiones cerebrales del Children’s Hospital of Philadelphia.

En lugar de esperar en casa a recuperarse por completo, Master sugiere que los estudiantes regresen a la escuela con apoyo adicional de los maestros y descansos para aliviar síntomas como dolores de cabeza o fatiga, e ir aumentando la actividad de manera gradual.

Todos los estados tienen normas para los estudiantes atletas lesionados, que incluyen removerlos de los deportes, autorización médica para regresar y educación sobre las conmociones. Aunque algunos, como Virginia e Illinois, tienen políticas de “regreso al aprendizaje”, Colorado no está entre ellos. Este y otros 15 estados tienen protocolos de gestión de conmociones basados en la comunidad.

Eso es lo que Colorado actualizó este verano. REAP —que significa Remover/Reducir; Educar; Ajustar/Acomodar; y Progresar— es un protocolo para que las familias, proveedores de salud y escuelas ayuden a los estudiantes a recuperarse durante las primeras cuatro semanas después de una conmoción.

La escuela puede enviar un mensaje para alertar a los maestros de que un estudiante sufrió una conmoción, y luego enviar actualizaciones semanales con detalles sobre cómo manejar síntomas, por ejemplo, la dificultad para concentrarse.

“Tenemos nuevos protocolos para apoyar a estos niños”, afirmó Toni Grishman, consultora principal en lesiones cerebrales del Departamento de Educación de Colorado. “Pueden seguir teniendo síntomas de conmoción, pero podemos apoyarlos”.

Los síntomas de conmoción se resuelven en la mayoría de los pacientes durante el primer mes. Sin embargo, aquellos con síntomas persistentes, llamados síntomas post-conmocionales persistentes, pueden beneficiarse de un equipo de atención multidisciplinario: médicos, fisioterapeutas, psicólogos y apoyo adicional en la escuela, comentó Wilson.

David Howell, director del Laboratorio de Investigación de Conmociones de Colorado en el Centro Médico de la Universidad de Colorado Anschutz, está estudiando cómo los niños y sus familias enfrentan los impactos físicos, cognitivos, sociales y emocionales de las conmociones.

En algunos estudios, los adolescentes usan sensores para medir la intensidad y el volumen del ejercicio, así como los síntomas comunes de las conmociones, como problemas de sueño y equilibrio. En otros, los niños y sus padres responden preguntas sobre sus percepciones y expectativas sobre el proceso de recuperación.

“Lo que uno aporta a una lesión a menudo se exacerba con la lesión”, dijo Howell, mencionando la ansiedad, la depresión o el simple hecho de atravesar un momento social difícil. La recuperación puede verse influenciada por las relaciones con los amigos y la familia.

Duey dijo que la parte más difícil de la recuperación de Karter fue que no pudo estar con las porristas durante nueve semanas, incluyendo la competencia final de su equipo en Florida. Karter, ahora de 12 años, observaba la práctica y apoyaba a sus compañeras en primavera, pero perderse la competencia le dolió profundamente, dijo Duey.

“Hubo muchas lágrimas”, comentó Duey.

Si bien reconocer una conmoción y actuar rápidamente puede ayudar a cualquiera, en la práctica, más de la mitad de los casos de estudiantes en Colorado pueden pasar desapercibidos con conmociones no diagnosticadas, según las estimaciones de Grishman.

Las razones para los diagnósticos omitidos son muchas, señaló Grishman, como la falta de educación, barreras al acceso médico, la reticencia de los padres a informar a las escuelas sobre una conmoción por temor a que se excluya a su hijo de las actividades, o no tomar en serio los síntomas en un estudiante con antecedentes de problemas de comportamiento.

Hacer que las escuelas sigan las pautas de conmoción, en general, es un desafío, comentó Grishman, y agregó que algunos distritos aún no lo hacen.

Dijo que es difícil rastrear el número de escuelas que siguieron las pautas del Departamento de Educación de Colorado el año pasado, pero espera que una mejora en la recopilación de datos brinde más detalles este año. Durante el año escolar pasado, Grishman y sus colegas capacitaron a 280 miembros del personal escolar en gestión de conmociones en 50 distritos escolares de Colorado.

Siempre que sea posible, los entrenadores deben estar en las líneas laterales para apoyar a los estudiantes atletas, señaló Master, y los atletas deben ser conscientes de los síntomas de conmoción en ellos mismos y en sus compañeros, y buscar atención de inmediato.

Sin embargo, las conmociones no se limitan al campo atlético escolar o a deportes como el fútbol americano o el fútbol. Deportes de aventura como el parkour, slackline, motocross, rodeo, esquí y snowboard también presentan riesgos de conmoción, dijeron Wilson y Grishman. “Las porristas, de hecho, es uno de los deportes con muchas conmociones asociadas”, añadió Howell.

Duey comentó que Karter ocasionalmente tiene dolores de cabeza, pero que recuperó su equilibrio con la ayuda de la fisioterapia y ya no presenta síntomas de conmoción. Está de vuelta en el equipo de porristas y preparándose para competir.





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